La naturaleza cobra vida, las terrazas y jardines se llenan de flores, la luz lo inunda todo y nuestra vida cotidiana se contagia también de la explosión de color que nos trae la primavera.
Es hora de aplicarlo a nuestro entorno y para ello nada mejor que colorear nuestras casas.
Ya en la antigüedad nuestros antepasados elaboraban colorantes para fines estéticos y artísticos. Sus medios y conocimientos eran limitados pero su inquietud por la belleza nos ha dejado maravillosas muestras.
Poco a poco se fueron descubriendo nuevos pigmentos, ampliándose la gama con el descubrimiento de América. Y algunos resultaban tan caros de obtener que sus fórmulas se guardaban celosamente pero a pesar de los precios el hombre seguía pintando para embellecer su mundo.
Con el desarrollo de la industria se amplió la gama con los pigmentos sintéticos, desarrollándose posteriormente estándares técnicos para la fabricación de colorantes.
Actualmente disponemos de una paleta de colores casi infinita con propiedades diversas según el uso o necesidad. Y es en la pintura decorativa, al alcance de todos los bolsillos, donde cualquiera puede atreverse a ser un poco artista.
¿Pintamos?