Si de algo estoy convencida sobre la pandemia es que todo el mundo quiere dejarla atrás lo antes posible.
Después de los paseos infantiles, han llegado los de los adultos, y desde el lunes la apertura de los primeros comercios.
Las peluquerías llenas, las terrazas de los bares de las islas en fase 1 llenas, caras de felicidad y satisfacción, con lo cual lo primero que me viene a la mente es que la gente sigue las consignas, sale tomando precauciones, pero sin miedo.
Hoy he ido a la peluquería, ¡cuánta felicidad! El viernes iré a comprar algo de ropa y el lunes iré a desayunar a la terraza del primer bar que encuentre abierto. Y como yo, muchos de mis conciudadanos.
Es cierto que no todo el mundo puede decir lo mismo, la enfermedad y sus secuelas están muy presentes, y sería frívolo ver sólo la parte comercial de la recuperación, pero es obligación de los que podemos poner en marcha al país.
Llevamos unos días de sol espléndido y esta semana la actividad en la fábrica se ha multiplicado por dos. No es casual, es la ilusión. ¡Que dure!